sábado, 7 de abril de 2018

Me voy...



Hoy he vuelto a ponerme mis gafas de nuevo solo porque a ti te gustan lo bien que me quedan.

Te gusta también cualquier perfume que me ponga porque todos te parecen extraordinarios en mi piel y a mí me parece a la vez extraordinario que quieras olerlos tan cerca.

Te gustan todas las prendas que me ponga si tú puedes quitármelas y yo me presto a eso.

A mí me gusta irme de tu casa con tu aroma en mis manos, con tu sabor en mi boca y vuelvo todo el camino hacia la mía sonriendo al pensar esos momentos nuestros en los que me llenas de ti, de tu sabor y de tu olor.

Vuelvo reconfortada, cansada y saciada de ti. Mi cara tiene una luz especial y el resto de personas pueden notarlo.

Me envuelve la felicidad que me das y a su vez sé que tengo que salir de ella. Que vuelve a ser una historia más de la que me tengo que salvar.

Que me hagas feliz no significa que lo sea.

Me vuelvo a sentir en un barco que me lleva directa a un puerto al que no quiero llegar, el cual ya conozco y sé que no es mi lugar.

Y ahora no sé cómo salir de ahí, como salir de ti y de tus cosas. Salir de tu sonrisa es casi imposible para mí porque tu boca me tiene hipnotizada desde el primer día que me la regalaste sin intenciones.

Me voy de ti, de tus ojos y de tus manos. Me voy de tus planes y me voy de tu vida.

Me llevo puesta tu mirada, en el cuello tu perfume, en el bolsillo tu sonrisa,  en mi mente tu voz clavada, en mis manos tu calor y en mi boca el sabor de tus besos.


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