En mi casa hay un fantasma, vive en mi ropero y sale de ahí a
media noche para meterse en mi cama. Le gusta verme dormir y escucharme
respirar, es irónico, pero dice que ronco, también disfruta despertándome cuando
estoy en mis mejores sueños y cuenta hormigas hasta el amanecer.
Se deja ver pocas veces pero puedo encontrarle en sujetador en el sofá tomando
una cerveza, en la ducha o incluso preparándome el desayuno, café y
tostadas.
También a veces se sienta a mi lado a ver la tele, le
encantan las series y nos dan las tantas viendo capítulos.
A veces incluso sale de casa y viajamos en coche a cualquier
sitio. Luego, antes de que le vea nadie, desaparece, se esfuma y pasan varios días
hasta que le vuelvo a ver. Supongo que tarda porque tiene que volver a casa
andando.
Algunas veces no me doy cuenta de que no está y otras
realmente le echo de menos. Es raro sentir eso porque no es nada real pero ciertamente
me pasa.
No se puede querer a quien no quiere ser querido, tampoco se
puede retener a quien no quiere quedarse. Por eso no sé qué haces aquí todavía ni
por qué sigues jugando al escondite sin afán de que te encuentre.
Pero sé que los fantasmas no existen y que todo esto solo es
una puta idea para escribir un artículo más.
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